El puente de Bac de Roda, diseñado por Santiago Calatrava con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992, se encuentra en el área de la Sagrera y su particularidad es que la parte central de su cubierta se extiende a través de las vías del tren por debajo del cual pasan los ferrocarriles. De esta forma se unen distritos que una vez estuvieron desconectados y ahora están inmersos dentro de los espacios del nuevo parque logrando una integración perfecta.
Es una obra vanguardista de 28 metros de largo que en 1988 ganó el Premio de Arte de Barcelona. Su estructura es una combinación de hormigón y acero, ingeniería y diseño, y la característica más sobresaliente es sin duda el par de arcos de terminación abierta a ambos lados dándole un total de 26 metros de altura.
Está dividido en tres secciones: un segmento central inclinado de unos 45 metros de largo que cruza las vías del tren, más otros dos de 25 metros de largo en cuyos extremos hay un pequeño tramo de escaleras que permiten el acceso al parque. Estos tramos de escaleras junto con otras estructuras de hormigón inclinados que soportan el deck conducen a la pasarela peatonal inferior.
En ambos extremos del puente, en el centro de cada pasarela, Calatrava ha diseñado zonas curvas más amplias que sirven, ya sea como un punto de encuentro o área recreativa haciendo que no sólo sea un lugar de paso, sino algo más. Dado este doble propósito es que consta de cuatro carriles para el tráfico de vehículos además de un paseo peatonal en ambos lados.