Uno de los edificios más característicos, de la ciudad de Barcelona, relacionado con el modernismo catalán es la obra del arquitecto Antoni Gaudí denominada el Palacio Güell . Ubicado próximo al puerto y al paseo marítimo en la calle Nou de la Rambla . Una obra capricho de Eusebi Güell, un enamorado de Gaudí que le encargó esta obra, de entre otras tantas que financió al arquitecto catalán.
Antoni Gaudí enfocó todas sus habilidades en ella, ya que fue su primera gran obra, constancia de ello la encontramos en las más de veinticinco propuestas de fachada que había concebido. Una construcción que desarrollo entre 1886 y 1890, de la mano de su inseparable amigo Francesc Berenguer, la persona de su mayor confianza en todos sus proyectos.
La particularidad de este edificio se centra en el empleo de materiales como piedras naturales, piedra caliza recuperada del Garraf, lugar donde tenía sus propias bodegas, para reforzar el muro de fachada en el cual se apoya su estructura principal. La solidez de la obra se aprecia en su majestuosa fachada, que pese a estar envuelta en las estrechas calles que la acompañan, nos permite visualizar su fachada totalmente.
Con tal de no estorbar al edificio adyacente se diseño con tres niveles desiguales, el primero corresponde a la planta baja y el entrepiso, elaborado con piedra pulida cortada y unos arcos en forma de parábola, situándose a su derecha la puerta de servicio y un conjunto de ventanas que están resguardadas por los guardias de hierro.
En la segunda parte encontramos, también a base de piedra pulida, la galería. Y en la tercera parte de la fachada, justo donde se encuentran los pisos segundo y tercero, un conjunto de cinco ventanas envueltas por dos balcones, todo ello trabajado con piedra cortada.
Si hay algo que llama la atención particularmente, son sus enormes puertas de la entrada con rejas de hierro forjado onduladas, las cuales recuerdan el perfil de dos serpientes cuyas colas forman una G, en honor al apellido del benefactor, Güell. Si nos paramos a observar entre sus puertas, encontramos un magnífico trabajo encima de la rejilla de hierro ornamental, ornamentada con el escudo catalán de armas y un casco con un dragón alado, obra de Joan Oñós.