Elogio del agua es una escultura de Eduardo Chillida realizada en el lugar exacto que se encuentra hoy día, con el uso de un molde lleno de cemento que una vez endurecido revela la obra de gran belleza.
Esta escultura de hormigón de 54 toneladas cuelga suspendida por encima de la parte de atrás de un lago con el apoyo de cuatro cables metálicos clavados en la montaña. Es una pieza abstracta, de forma cuadrada en la parte superior de la que prolongan los brazos curvos robustos, una característica común en las obras de este artista.
Fue inaugurada en 1987, sin embargo, al poco tiempo fue accidentalmente derribada, causando heridas leves a algunos y daños leves a sí mismo. En el proyecto original iba a estar suspendida sobre un pequeño estanque que se podía cruzar por una pasarela en su parte posterior. Después de su caída, en 1998 la laguna fue drenada y el acceso cerrado a fin de evitar futuros incidentes. De ahí que la idea detrás de la obra se anulaba ya que la intención del artista era ver su obra reflejada en el agua.
Como se indica en el título, la escultura es un homenaje al agua, que jugó un papel fundamental en su apreciación; en palabras de su autor «Yo creo la mitad de la escultura, la otra mitad se completa con el agua».